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Diez años

III domingo de Cuaresma

Queridos hermanos en Cristo:

El lunes 13 de marzo se cumplen 10 años de la elección del Papa Francisco.

El Señor ha sido verdaderamente pródigo con su Iglesia en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI. Cada uno de los papas de los últimos tiempos han sido hombres extraordinarios. Por supuesto que cada uno de ellos con dones distintos recibidos del Señor que supieron poner al servicio del pueblo de Dios.

Frente a los desafíos de la revolución industrial y los conflictos laborales, León XIII inauguró el magisterio social moderno de los papas. San Pio X con su énfasis en la comunión de los niños y la necesidad de que toda la realidad y la vida de la sociedad se fundara en Cristo marcó el camino de la Iglesia moderna sin caer en el modernismo. Benedicto XV cuyo pontificado estuvo marcado por la Primera Guerra Mundial es reconocido por sus titánicos esfuerzos para evitarla y detenerla una vez comenzada. Pio XI con su profundo magisterio social que introdujo el importantísimo concepto de subsidiariedad. Pio XII cuyo pontificado luminoso ha sido objeto de calumnias, pero que en su momento fue reconocido incluso por políticos israelíes e instituciones hebreas por el trabajo que realizó para proteger a los judíos perseguidos. Además de ello destacan sus reformas litúrgicas, su impulso a los estudios bíblicos y su trabajo silencioso y constante en la preparación de lo que sería el Concilio Vaticano II. San Juan XXIII quien convocó el Concilio que tantos frutos está dando para bien de la Iglesia. San Pablo VI quien realmente dio forma al papado moderno, por ejemplo, inaugurando las visitas apostólicas que hoy se han hecho habituales. Juan Pablo I, cuyo breve pontificado es recordado por la alegría de la fe que transmitía. San Juan Pablo II cuyo luminoso pontificado recordamos vivamente. Su magisterio claro y valiente. El Catecismo de la Iglesia Católica que es quizás su legado más importante a la Iglesia del siglo XXI. Benedicto XVI quien siendo colaborador de Juan Pablo II, tuvo la valentía de lidiar con el doloroso tema de los abusos por parte de eclesiásticos con el Evangelio y la verdad y, ya siendo sucesor de Pedro, encargó una reforma al derecho penal eclesiástico para poder combatir esta verdadera lacra. Además, continuando con las intuiciones de su predecesor inmediato hizo de la proclamación del amor de Dios, el núcleo de su pontificado, poniendo incluso de manera explícita la caridad en el centro de las discusiones sobres temas sociales. Ni que hablar de su valiente renuncia cuando en la oración llegó a la conclusión de que ese era el mejor camino para la Iglesia.

El Papa Francisco en continuidad con sus predecesores inmediatos ha hecho de la proclamación de la misericordia de Dios el eje central de su pontificado. Además, se esfuerza por recordarnos constantemente que la Iglesia es sinodal. Como el mismo no se cansa de explicar, esto no quiere decir que la Iglesia sea un cuerpo deliberativo donde votamos que es lo que creemos, o cambiamos las enseñanzas según lo que diga la mayoría, sino que la Iglesia es un pueblo que camina junto hacia una meta, la consumación de la historia en Jesucristo.

La palabra “sínodo”, significa etimológicamente camino común. Precisamente eso es la Iglesia peregrina, el pueblo de Dios, redimido por Cristo que animado por el Espíritu Santo camina hacia la consumación de la historia personal y colectiva en Aquel que es Señor de la historia.

El Papa Francisco también ha profundizado en la concientización de la dimensión ecológica de nuestra fe. En primer lugar, desarrollando la noción de ecología humana, pues como él mismo dice en la encíclica Laudato Si, el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos. “Existe una “ecología del hombre” porque también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo.” Pues, como él explica: “la falta de preocupación por medir el daño a la naturaleza y el impacto ambiental de las decisiones es sólo el reflejo muy visible de un desinterés por reconocer el mensaje que la naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano o de una persona con discapacidad difícilmente se escucharán los gritos de la naturaleza.”

Han sido 10 años creciendo juntos en la fe. Oremos especialmente por el Papa, dando gracias a Dios por su pontificado, implorando al Señor de la historia que lo conserve y lo siga asistiendo con su gracia para que él, a su vez, nos siga confirmando en la fe de la Iglesia con el mismo entusiasmo, bondad y alegría serena que lo hizo en la hora aciaga de la pandemia cuando nos animaba a “reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita.”

Fr. Roberto M. Cid